
A los creativos, publicitarios y demás gente de vida desordenada que vive a costa del mundillo de la publicidad en la ciudad de São Paulo, se les ha puesto un poco más difícil el ganarse las lentejas. El alcalde de esta ciudad, Gilberto Kassab, ha cumplido lo que prometió hace tiempo y ha logrado que entre en vigor una polémica ley que impide la publicidad en vallas, los carteles gigantes en los edificios, los anuncios en los transportes públicos y/o la propaganda callejera. Como se diría por estas tierras: con dos cojones.
Y cómo se podía preveer la medida tiene gente a favor y otros en contra. Por «mis partes» diré que me parece cojonudo con matices. Es un auténtico bombardeo el que vivimos en las ciudades con tanta valla y tanto panfleto por todas partes. Pero también es verdad que la publicidad, por mucho que nos joda admitirlo, es necesaria. ¿Cómo sino nos íbamos a enterar de las cosas? Conciertos, exposiciones, charlas, ofertas del super…
En fin, que da para hablar largo y tendido. Sobre todo por lo novedoso del asunto. Ahora tendrán que agudizar el ingenio los creativos de la ciudad para buscar nuevos métodos para anunciarse. Seguramente nos beneficiemos todos de eso.
Más en:
Esta noticia de El País
Este enlace que me ha pasado MataRatas con fotillos de Tony de Marco para que veas cómo queda la ciudad sin publicidad.
Comentarios
8 respuestas a «Una ciudad sin publicidad»
Me pronuncio en contra con matices… Me parece una barbaridad en contra de todos los beneficios que contrae la sociedad de la informacion pero a mi me encantaria vivir ahi…
Eso si con libros, guias o internet para enterarme de cuando pasan las cosas (conciertos y demas…) O estan prohibidos tambien!!!
En resumen, me parece una idea mas estetica que socialmente aceptable
;-)
Es cómo lo que pasa con la tele. Gran invento pésimamente utilizado (en su mayoría). Pues lo mismo pasa con las vallas publicitarias. Aún me acuerdo del vídeo este que se curraron una ciudad sin dibujar ni un sólo edificio ni ninguna otra cosa que no fuera la publicidad que había en las calles.
En fin, que la invasión ha llegado a un punto extremo y eso requiere de una solución extrema para que después se pueda vivir en el justo término. En fin, no sé si mexplico…
Es complicao payo… esto me suena a lo de la usurpacion del espacio publico… ?porque debe estar el espacio publico ocupado por culos, mierdas y anuncios de OT?, que argumentaria alguno…
Que haya una mala utilizacion, puede, que haya un exceso de publicidad y sea un rollo… bueno, pero de ahi a prohibir todo me parece un paso bastante nazi… la publicidad personal o de algun producto me parece algo bastante inherente al ser humano como para prohibirlo… y lo de no poder dar papelicos en la calle del contenido que sea ni te cuento…
Pues sí, pues tienes razón. Pero imagínate el estado en el que está la ciudad de São Paulo para que opten por esta opción. De todas formas en Santiago también están prohibidas, en la ciudad sólamente, las vallas de publicidad. Es que son demasiado intrusivas. Ver cientos de anuncios de 8×3 en medio de cualquier ciudad me parece indecente. Otra cosa son los papelicos como dices tú. Pero bueno, el punto sería encontrar el término medio. A lo mejor con esta prohibición se logra. Ya sabemos que la necesidad agudiza el ingenio.
Justamente. La necesidad agudiza el injenio, así que todos preparados para ver los nuevos formatos y soportes alternativos que surgirán en esta ciudad.
Por cierto, no me parece bien la medida. Me parece extremismo.
Igual las empresas empiezan a pagar a la gente como anuncios andantes poniendoles marcas en la ropa… a no! que eso ya lo hacemos gratis…
:-)
:-(
Carlos, lo de los carteles grandes no es lo que se hizo en las carreteras de Spain? De ahi que solo queden los toros de Osborne? Por que fue?
Lo de quitar las vallas en las carreteras fue porque «distraían al volante» según versión oficial. Y lo de que sólo se mantengan los Toros de Osborne fue por petición popular. Que aquí pa tontás nos movilizamos tós.
Por cierto, échale un ojo al post que voy a poner. Verás cómo los japos le dan una vuelta a eso del «hombre-anuncio». Juas