Dos y media de la tarde. Conduzco mi flamante coche nuevo de segunda mano después de una jornada más que relajada de trabajo. Antes de salir de Coruña paro en el semáforo de siempre donde me espera Joss, un negro de color que se pasea entre los coches desde hace bastante tiempo sonriendo y repartiendo buen rollo al tiempo que «vende» kleenex.
– Ey Joss. ¿Qué tal? ¿Cómo te va la vida?
– Bien, bien. Aquí estamos. ¿Y tú? ¿No coges vacaciones?
– No tío, que va. Todavía no me toca.
– ¿Y eso? ¿Por qué?
– Porque soy pobre.
En ese momento se abrió el semáforo. Yo continué mi camino en mi flamante coche nuevo de segunda mano tras haber terminado mi jornada más que relajada de trabajo y Joss se quedó en su semáforo sonriendo, un poco menos, y repartiendo buen rollo, un poco menos, pensando «hay que joderse…».