Cuando hace unos meses mi buen amigo anti me dijo que estaba pensando en hacer un corto en el que el protagonista iba a ser un niño-robot que haría sonar discos en su cabeza y que tendría de fiel escudero a un perro-altavoz, me pareció una idea tan loca como brillante. Luego, según iba pasando el tiempo e iba viendo bocetos, pequeñas animaciones y demás, le cogí cariño al que, en un principio, iba a llamarse niñóphono. Tanto es así que casi todas las conversaciones empezaban preguntando: «¿Qué? ¿Cómo va el niñofóno?»
Por todo eso para mí es un honor y un privilegio el poder «proyectar» al fin el corto terminado del NINNOPHONO: obra, y arte, del señor antiheroe. Que ustedes lo disfruten.