Un trozo invisible de este mundo


– Vas muy callado. ¿No dices nada?

Y a mi se me agolpan las historias que acabo de escuchar. Y se mezclan con las experiencias vividas y los actos que veo a mi alrededor. Y todo eso da lugar a una rabia tal que hace que se me quiebre la voz cada vez que intento decir algo.

Las historias. De los inmigrantes sin papeles que tienen que llevar a un compañero accidentado en la obra al hospital porque su jefe no le ha hecho contrato y no se puede arriesgar a que le pillen. O esa mujer que, tras estar meses ocupándose de la casa y de la hija de una familia acomodada, se ve en un calabozo por pedir por favor que le paguen lo acordado. O ese «diez está tan lejos de infinito como dos» que vale tanto para no investigar los crímenes de la dictadura Argentina como para que un montón de familias sigan esperando poder sacar a sus muertos de las cunetas de este país. La idea de que es mejor no tocar nada, no revolver la mierda, porque de todas formas, dicen, nunca se podrá compensar el daño causado.

En todo eso pienso, recién salido de El Matadero (gran elección), de ver la obra de teatro de Juan Diego Botto, Un trozo invisible de este mundo.

Las representaciones en El Matadero acabaron el domingo pero estad atentos porque es probable que salga de ruta. Os recomiendo que vayáis a verla si podéis. Así sabréis que «más vale pájaro en mano que ciento volando» es otra puta mierda de refrán.

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2 respuestas a “Un trozo invisible de este mundo”