Dicen que los perros son un producto impresionante de la evolución. Que las caras que ponen son sólo para hacernos sentir mal y que así se han ido labrando su supervivencia a costa de los humanos. Vamos, como los bebés pero con menos pelo… algunos.
El caso es que el fotógrafo Martin Usborne se ha percatado del tema y lejos de hacerles caso, ha usado esas expresiones de inmensa tristeza para su propio provecho (el muy cabrón). ¿Quién podría resistirse a la mirada de un perro al que dejas en un coche? Sólo la gente sin corazón.
Visto en Conscientious.