Profesioná, mú profesioná


Tres encapuchados arrancan un cajero automático con un camión-grua y huyen abandonando el botín.

Pero Paco, ¿tú estáh seguro de que se hasen asín las cosas?» -Preguntaba el Frederico antes de salir.

Que si cohone.» -Replica Bernardo, erigido jefe del grupo.- «Ya no sé cómo desírtelo. Ehto lo he vit-to yo cienes de veseh en lah pinículah. Un trabajo fino. Profesioná. Cohemo la grúa der Pepe que ademáh de tó me debe dinero. Llegamoh al cahero y lo arrancamoh de cuajo. Dehpuéh, ya con calma, lo abrimoh en casa der Mariano que tié ferramientah a mansarva el muy cabrón.»

– «Bueno, pero que conste que no ehtoy muy convensío

Así que llegaron a la sucursal del banco a eso de las cuatro de la mañana, engancharon los cables al cajero y pusieron a funcionar la grúa. El cajero saltó de la pared ocasionando un estruendo que despertó a media calle y tuvieron que salir por piernas.

– «Cago en mis muertos, Bernardo. Ya te dihe que ehto iba a hasé musho ruido cohone. ¿Y ahora qué?»

– «Calla hombre. Ahora noh vamoh como si la cosa no fuera con nohotroh y listo. Llegamoh a casa der Mariano y abrimoh ehto con lo primero que haya.» – A todo esto er Manué -el miembro número tres- asentía y miraba a todos lados esperando las sirenas y el chirriar de ruedas de los coches de la benemérita como había visto tantas veces en las pelis del Sérpico.

La policía les sorprendió intentando abrir el cajero con tres hachas y tuvieron que huir a pie, campo a través, aprovechando la oscuridad de la madrugada y la vegetación de los campos próximos.

,